1
No plagiarás. Puedes engañar todas las
veces a la mitad de los lectores, o a todos los lectores la mitad de las veces.
Nunca, a todos los lectores todas las veces.
2
Se claro, sencillo y profundo en tu
prosa. Si esa vecina que se molesta por el volumen de la música cada vez que
organizas fiestas es capaz de entender tus argumentos, significa que has
llegado a dominar tu tema de investigación.
3
La investigación en la literatura se
lleva en el corazón para desvelarte noches y noches por ella, no en los labios
para presumir en Facebook de los congresos a los que has asistido como ponente
o de los artículos que has publicado en revistas arbitradas, además de esas alucinantes
asociaciones de literatura comparada.
4
Antes de elegir un objeto de estudio
hazte la siguiente pregunta: ¿estaré dispuesto a pasar al menos seis meses en
esta investigación, como bien lo dice Umberto Eco en ¿Cómo hacer una tesis? Si la respuesta es negativa, no lo hagas,
simplemente olvídala y dedícate a otra cosa. Si es afirmativa, adelante,
siéntate a tu mesa, enciende tu máquina, abre un nuevo documento Word y empieza
a escribir así sean garabatos y frases inconexas. Si nada llega a tu mente,
entretente con Buscaminas. A veces encontrar las palabras es como este videojueguito:
hay unas que funcionan y otras dinamitan el texto.
5
El autor o los autores que has elegido
estudiar son tus dioses. A ellos debes honor y reverencia. Tu tesis, por lo
tanto, debe estar bien escrita, un error equivaldría a un sacrilegio, una
referencia inexacta, a una variante del pecado.
6
Tener siempre presente las palabras del
crítico y narrador venezolano Carlos Sandoval: “En literatura cualquier tema es
susceptible de estudio”. Así que no temas a desarrollar ese objetivo que tienes
en mente por muy volado que parezca.
7
No es una recomendación, es un deber
irrevocable, pleno como la luna llena, que antes de emprender la escritura de
una tesis realices la lectura de al menos el 98.5% de la obra del autor a
estudiar, así solo analicemos una de sus obras.
8
Ten fe en tu labor de investigación
literaria. Aunque a veces es saludable, como diría Augusto Monterroso, dudar en
lo que crees y creer en lo que dudas. Toda investigación nace, de hecho, de una
duda, de un vacío, de alguna oscuridad que nos perturba.
9
En tus manos no tienes la verdad, pero
sí tienes la posibilidad de alcanzar una de las miles de verdades que pueden
surgir de una investigación. Mi poca experiencia en los estudios literarios ha
sido suficiente para saber que nadie en literatura es portador de la última
palabra. Pocas o ninguna pudieran jactarse como lecturas definitivas. Las
épocas y los hombres cambian sus ideas, rejuvenecen cada tanto tiempo su
percepción del mundo, pues éste también es un ente inconstante. Siempre he
tomado esta frase de un científico alemán como mi única verdad: “La única ley
en el universo que no cambia es aquella que dice que todo cambia”.
10
Hay dos formas de aprender: con lo que
te emociona o conmociona. Para enseñar son las mismas. Nuestro ensayo, nuestro
trabajo de investigación, de alguna manera para transmitir lo que hemos
descubierto, debe emocionar, conmover a sus lectores, seguramente futuros
ensayistas si no es que ya lo son. Nuestro trabajo es de creación, hasta
podemos decir que es poesía, una extraña poesía en prosa con citas APA. Pero
acaso, ¿la poesía y la física no tienen un mismo objetivo general en común?
Descubrir los misterios del universo.